Los empastes de amalgama se han usado por muchos años por su naturaleza maleable y alto porcentaje de éxito.
Sin embargo, hay una creciente preocupación por el contenido de mercurio en las amalgamas, en conjunto con su estética pobre y el riesgo de corrosión. Aunque la relación aún no se encuentra establecida, se ha sugerido que este mercurio presente en los empastes metálicos puede ser responsable del desarrollo de ciertas enfermedades. Por estos motivos, muchos pacientes manifiestan el deseo de reemplazar sus empastes de amalgama por otros de un material más estético y seguro.
En los pacientes con empastes de amalgama, se produce una pequeña liberación de vapores de mercurio durante actividades como la masticación, el cepillado dental, y el rechinar de dientes.
Sin embargo, al retirar las amalgamas, se incrementan los niveles de vapor de mercurio liberados, aumentando el riesgo de inhalación tanto del paciente como del dentista y su equipo de trabajo. Por este motivo, se aplica un protocolo especial para retirar los empastes de amalgamas.
Cualquier empaste de amalgama que se encuentre fracturado, corroído, o infiltrado debe ser reemplazado. Sin embargo, los pacientes también pueden decidir retirar los empastes por cuestiones de salud.
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